El joven de tan solo seis años ya realiza deporte de patinaje artístico en el club Ferrocarril de Merlo. La institución lanzó una campaña antidiscriminatoria ante insultos que suelen aparecer en torno a la disciplina y el género.
Estos últimos días repercutió el video de “Lolo”, un niño que comenzó a practicar patín desde los tres años, comenzando así una campaña concientización sobre el prejuicio que sufren los chicos en este deporte. Viendo esta iniciativa, el Club Ferrocarril Oeste de Merlo no dudo en dar su apoyo.
“Apoyemos a los varones que quieren patinar, basta de burlas, discriminación y pensar que sólo deben hacer fútbol”, fue lo que posteó la institución en sus redes sociales. Además, agregaron: “Cada niño debe tener la posibilidad de elegir el deporte que le guste hacer”.
El Club Ferrocarril Oeste de Merlo, conocido por su destacada trayectoria en el ámbito del patinaje artístico, lanzá este mensaje para la comunidad, mostrando que el deporte es un espacio para la diversidad y que todos deben sentirse libres de seguir sus pasiones.
LA HISTORIA DE LOLO
El relato del nene que abrió la mirada para toda la sociedad se vio a la luz en un video de programa de Telenoche. Su madre, Mariana, fue aquella quien comparte la inspiradora narrativa de su hijo.
En el corto de unos minutos, Mariana recuerda cómo, a la edad de tres años, su hijo ya se aventuraba en pañales alrededor de la mesa, quitándose los patines de su hermana para unirse a la diversión. El deseo de “Lolo” de aprender patinaje se hizo más evidente cuando su hermana regresó a clases después de la pandemia, y él le pidió a su madre que le comprara patines para unirse a la actividad.
A pesar de los desafíos y las críticas de familiares y amigos que cuestionaban la elección de un deporte considerado “para chicas”, Mariana apoyó incondicionalmente a su hijo. “Le pregunté si estaba seguro y como no había lugar a duda, se los conseguí y se largó”, comparte la madre, destacando la determinación de “Lolo” para seguir su verdadera pasión.
En sus primeros días en el club, “Lolo” fue el único varón de su clase, enfrentándose a miradas. Sin embargo, el patinaje le permitió superar cualquier obstáculo, enfocándose en la alegría que encontraba en las ruedas. Mariana confiesa que las críticas fueron difíciles de manejar, pero su compromiso con el bienestar y la felicidad de su hijo fue su prioridad.
“Soy feliz viéndolo en patines porque se los pone y se transforma”, dice Mariana. Aunque reconoce las dificultades económicas asociadas con este deporte, ella está dispuesta a hacer sacrificios para apoyar la pasión de “Lolo”. Vende bizcochuelos, participa en rifas y hace todo lo necesario para que su hijo continúe disfrutando del patinaje artístico.
La historia de “Lolo” resalta la importancia del apoyo familiar y la valentía de seguir los sueños, incluso cuando desafían las normas de género. Mariana y su hijo son un ejemplo inspirador de cómo el amor y el respaldo pueden superar los obstáculos, permitiendo que los niños sigan sus corazones y persigan su verdadera felicidad.